Hola mi nombre es Helena, y todavía recuerdo aquel día como si fuera ayer. Cumplía 12 años, y por fin llegaba el momento que tanto ansiaba, iba a recibir mi corona, la corona que me convertirá en princesa, la corona que me convertirá en arcángel.
- Señorita Helena, ha llegado el momento, la esperan en la gran sala.- Dijo una vocecita tan aguda que casi se podía confundir con el canto de los jilgueros.
- Si, Leonor, enseguida voy.- Le sonreí. Intentaba hacer que no estaba nerviosa, pero realmente tenía el corazón en un puño, mi estomago revuelto no cesaba de quejarse y mi pulso era cada vez peor.
Me levanté, me dirigí a la gran sala, la cual estaba situada es el piso de abajo. Cuando llegué observé mi alrededor, habían miles de personas esperando mi presencia, y en lo mas alto de la sala, tan majestuoso como siempre se alzaba mi padre, con una sonrisa de oreja a oreja y un brillo en los ojos que no le había visto nunca.
Todas las miradas se posaron en mi, y un silencio, encantado, envolvió la sala. Jo empecé a caminar, sin pausa, pero sin prisa hacia mi padre. Cuando por fin llegué a su altura, este anunció:
-Ángeles y seres de los 5 mundos, mi hija, la princesa Helena, vuestra futura reina.- Hizo una pausa, mientras me acariciaba dulcemente, mirandome de orgullo- Hoy me honra anunciar, que la jovencita, ya es una arcángel, un arcángel joven pero con gran futuro, y se que podrá cometer muchos errores, pero nunca nos decepcionara.- Me volvió a mirar, yo sonreí nerviosamente, la palabra nunca era una palabra impactante. El giro 130º y cogió una corona muy delicada, toda de plata, frágil, parecía un rosal enredado en si mismo, tenía pequeños diamantes en la parte superior delantera, era muy bonita. La poso sobre mi pelo castaño, casi dorado, me besó y me susurro- Estas preciosa.
En aquel momento hubo una explosión, todo oscureció y repentinamente, la sala se perdió en un mar de llamas. Eran los Dagma, ángeles caídos que no tenían sentimientos, solo ansiaban la muerte, querían los mundos para ellos, y por eso hacía siglos que estábamos en guerra. Todos los ángeles se lanzaron al contraataque, yo tenía miedo, mucho miedo me escondí bajo la mesa, y contemplé la batalla, vi morir a tantos de los míos. Entonces pensé en mi padre. ¿Donde estaba? Lo busqué con la mirada, y vi a un Dagma adulto arrancándole el corazón con sus largas uñas. Un grito se escapo de mi interior, pero una mano me tapo la boca, yo intenté correr hacía mi padre, pero me tenían cogida por los brazos, de mi corazón se escapo una lagrima, y junto a esa lagrima juré que me vengaría de los Dagma, aunque fuese lo ultimo que hiciese.
Esta wapo, me gusta. Sigue! escribes muy bien
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