La casa era realmente bonita, era como salida de un cuentos. Tenia dos habitaciones, cada una con una cama, un armarios, un espejo y un gran ventanal cubierto de blancas cortinas. Un comedor muy acogedor daba a la terraza, el comedor tenia una chimenea, un sofá tapizado en piel marrón, y una pequeña mesa tras este. También había un urinario, aunque no iba a ser utilizado, porque ni los Ángeles ni los Dagma tenemos esa necesidad. Una escaleras daban al piso superior, pero una puerta cerrada con llave me cortaba el paso.
El atardecer se hizo eterno. Athan había desaparecido, la chica me ignoraba y yo estaba sola. Verdaderamente nunca me había gustado estar sola, pero mejor sola que mal acompañada, y estar con Dagmas era estar mal acompañada. Mi corazón se encogía cuando estaba con ellos, porque cuando estaban cerca una imagen se apoderba de mi mente, mi padre perdiendo el corazón, y eso me provocaba rabia, pero también me hacía sentir dolor, y quería llorar,cosa que no se me permitia porqué los Dagma no lloran, ya que no tienen sentimientos, si lo hacía me descubrirían.
Al caer la noche Athan volvió, con un gran oso muerto sobre la espalda.
- He traído buena mercancía- Gritó.
La chica apareció al instante, de la nada.
- ¿Tenéis hambre? Preguntó Athan.
Ella se lanzó a la yugular del oso y empezó a absorber su sangre desesperada, Athan la imitó. Yo no podía, en mi vida solo había comido frutas paradisíacas, me provocaba nauseas solo de pensar beberme la sangre se aquel pobre animal.
Athan alzó la cabeza y pude ver su rostro ensangrentado.
- Puedes unirte eh, no te vamos a morder.- Sonrió, y siguió a lo suyo.
Debía hacerlo era mi deber, haría cualquier cosa por no decepcionar a mi tío, y acabar con los Dagma. Me acerque lentamente, acerque mi cabeza al cuello del oso para imitarlos, pero la chica levanto la cabeza y me gruño, sus dientes blancos ahora estaban tintados del color de la muerte, y sus ojos eran negros. Decidí que seria mejor morder el lomo, así que saqué mis colmillos y actué, noté los pelos del animal jugando sobre mi lengua, quise vomitar, pero soporté y empecé a tragar la sangre. Pensé que no soportaría mucho, que no podría haber nada peor, pero entonces vi como Athan le arrancaba una pata trasera al oso y se la engullía dejando solo el hueso, la chica le arrancó la otra, yo decidí arrancarle las dos superiores, y les imité´, no sabía como hacerlo, solo mordía fuerte y tragaba, así hasta que no quedó carne.
-¿ No me lo vais a agradecer?- Sonrió travieso.
Realmente no sabía que le tenía que agradecer.
Ella se acercó y besó sus labios ardiente. Me miró con despreció, pero que se pensaba, que le quería quitar a su hermano, tranquila, se lo podía quedar para ella. Cuanto mas lejos los tuviese mejor.
Athan me miró y como vio que no actuaba se acercó a mi, intentando besar mis labios, realmente quería besarle, así que no me moví, hasta que recordé que era un Dagma y me dí asco a mi misma. Me aparté le miré con odio y me fui. La chica rió en voz baja.
- Eh espera.- Me dijo ella.- Es de noche, la luna nos llama, y debemos celebrar que tenemos una nueva compañera.
No sabía a que se refería.
- No Sían no debemos llamar la atención.
- ¿Por que siempre me arruinas la fiesta?, por favor no armaremos mucho jaleo.- Le miró con cara de no haber roto nunca un plato.
- Bueno supongo que no nos ira mal divertirnos de vez en cuando.
- Bien.- Dijo eufórica.- Entonces empecemos por la casa, que parece de muñecas.
Salió de la casa y nosotros tras ella. Giró en seco, pude ver como sus ojos reflejaban llamas, y de repente la casa se ahogó en el mas ardiente los infiernos.
Me sobresalté, no estaba acostumbrada al fuego, no me lo podía creer, ¿por que yo?¿por que me tenía que tocar a mí hacerme pasar por Dagma?
- ¿Que te pasa, no te gusta el fuego?.- Dijo Sian.
Cada vez la rabia que sentía hacía ella era mayor, desde luego estos casos demuestran que la belleza interior y la exterior no tienen nada que ver.
De repente el cielo se tintó en colores, grandes luces que se extendían, y lo coloreaban todo a su paso. Un pitido me petó el timpano.
- Son fuegos artificiales.- Dijo Athan.- Creo que la fiesta se ha acabado casi antes de empezar. Será una fiesta,no podemos salir con tanta gente en las calles, nos podría ver cualquiera.
Sian suspiró, pestañeó y el incendió acabó. La casa había quedado oscurecida, parecía muerta, todo parecía muerto en aquel lugar, todo excepto la Luna, ella brillaba en su totalidad, junto a los colores que esa noche decoraban el cielo, y acariciaba mi corazón que se hayaba herido hacía tantos años.
Entramos, realmente por dentro estaba mejor de lo que esperaba, un poco negra por las cenizas pero estaba bien.
- Hay solo dos habitaciones.- Dijo Athan dibujando una sonrisa.- Podrías dormir en la habitación de Sian, pero no creo que a ella le parezca bien, así que puedes dormir conmigo.
Sian puso los ojos en blanco y entró a su habitación.
- No pienso dormir contigo.- Realmente le leía las intenciones.
- No te queda mas opción, Sian aún no te puede ver, dolo tienes mi cama i si no duermes después no rendirás y deberás abandonar la misión. Tu decides.
Dejé salir un suspiró de resignación, y entré en su cuarto, no estaba quemado, era impresionante. Bien, mejor. Me quité la poca ropa que llevaba ya que era verano, y me quedé en ropa interior. El me imitó, su cuerpo fibrado quedó al descubierto, unos tatuajes extraños lo marcaban y lo hacían muy atractivo.
Su ropa interior era apretada, marcando su gran paquete, nunca había visto un macho con tan poca ropa. El me miró, sus grandes ojos brillaban.Apresurada me tumbé en la cama
y me tapé, el se estiró juntó a mi, acercó su boca a mi oído.
- Paree que tengas miedo.-Susurró. Acarició mi cara, mientras la hacía girar, hasta que me quedé frente a él. Acercó su boca lentamente, desprendía un aroma tan cálido. Y me besó, me besó apasionadamente, que estaba haciendo estaba besando a un Dagma, me gustaba, me gustaba, no no me gustaba, era un Dagma. Lo empujé.
- Te haces la dura eh. Me encanta.
Se volvió a lanzar sobre mí, besándome el cuello. Noté su miembro erecto, apretado sobre mis piernas. Lo volví a apartar, él agarró mis manos, era mas fuerte de lo que pensaba.
- Dejame.- Grité. incluso le mordí, pero parecía que le encantaba.
Él, con una mano agarró mis pechos, mientras con la otra iba bajando, hasta colarse y tener contacto directo con mi cuerpo. De repente cayó de la cama.
- Te ha dicho que la dejes, ¿o es que estas sordo?- Dijo Sian. Cogió mi mano, estiró y me cargó en sus brazos. Yo estaba en chock. Me miró, y pude contemplar sus grandes ojos, que me confundian provocando respeto y tranquilidad a la vez en mi. Me llevó hasta su habitación, y me tumbó en la cama.
- Esta noche puedes quedarte aquí, total no pensaba dormir. No te preocupes, no te volverá a molestar. Se sentó en la ventana y contempló la luna. Me dormí mirándola.
X X X X X
Cuando desperté aún estaba allí, con la mirada perdida. Deseaba que todo hubiera sido un sueño, que Erik me despertara con su bella sonrisa, y perderme en sus dulces ojos, pero realmente no me desagrado que ella aún estuviera cerca mio.
-Gracias.- Dije. Ella me miró e hizo un gesto de desaprobación con la cabeza.
- ¿Gracias?... mi hermano no me lo perdonará nunca, yo le quiero sabes, le quiero y el ahora me odia, y tu lo solucionas todo con un simple gracias...- Podia leer el dolor en su cara. Se levantó y se fue.
No parecía la misma que la noche anterior. El poco agrado que sentía hacia ella por ayudarme, me lo habían arrebatado aquellas palabras. ¿Pero que se creía? si, me sentía agradecida hacia ella, pero yo no la obligué a ayudarme. Y encima decia que queríaa su hermano, como podía decir eso, ella ni siquiera sabia lo que significaba la palabra querer.
Me levanté con desgana y salí al comedor. Athan entró con dos conejos, uno en cada mano, y me lanzó uno.
Yo le miré, me sonrió.
- Come, necesitaras fuerzas.
Le mordí el cuello, y me bebí la sangre, era mas dulce que la del oso, pero seguía siendo asquerosa, solo deseaba poder volver a comer fruta, aunque no fuese celestial.
Sian entró y me miró con desprecio. Su hermano siguió comiendo, sin ni siquiera dar señal de que sabia que ella estaba dentro. No le dio nada para comer. Que gran hermano! pensé. Dejé de tragar, y le tiré el conejo a Sian, ella lo cogió desprevenida, me miró dudosa. Athan levantó la mirada repentinamente.
- No le tienes por que dar nada, no se lo merece.
- Y tu no me tienes por que decir lo que debo y no debo hacer.
Athan siguió comiendo sin dar importancia a mis palabras, ella sin decir nada también comió.
Cuando Athan hubo acabado de comer, salió de la casita, y con la mirada me indicó que fuese con él. Al principio dude, pero supuse que no había mas opción si no hacia lo que el decía, quedaría excluida de la misión. Salí. El estaba a unos metros de la casa, apoyado en uno de los arboles del bosque que la rodeaba.. Me acerqué.
- Es el momento de las pruebas.- Lo miré extrañada.- No te creerías que solo con venir aquí ya tenias el derecho a ser una de los nuestros. Primero debemos saber si eres adecuada físicamente, y posteriormente miraremos si podemos confiar en ti. Sían.- Gritó con un golpe seco de voz.
Ella apareció tras de mí.
- Ella sera tu adversario. La primera prueba sera una batalla cuerpo a cuerpo, la segunda una batalla de espadas para saber como manejas las armas , y la tercera una carrera para saber di eres veloz i ágil. ¿ Estas de acuerdo?
- Si.- Dije segura de mi misma. La única prueba que me daba un poco de miedo era la segunda, ya que no dominaba demasiado bien la espada.
- La lucha durara hasta 5 minutos, tiempo humano, o hasta que una de las dos se rinda. Ya os podéis transformar.
Sian saltó bien alto, dando una voltereta, y mientras giraba le salieron unas grandes y majestuosas alas negras, en la parte posterior de las lumbares le aparecieron dos finas y largas colas acabadas en punta de flecha. Sus ropas se rompieron, y su cuerpo quedó cubierto por una fina tela blanca infinitamente rajada atravesando su espalda y una especie de sujetador tejido en escamas que tapaba sus senos. Muchos de los extraños tatuajes que decoraban su cuerpo quedaron al descubierto. Su ojos se volvieron de color carmesí, sus colmillos crecieron, y sus uñas ennegrecieron alargándose, de su cabeza surgieron dos pequeños cuernos rojos. Era imponente y a la vez muy sexy.
Metí la mano en el bolsillo, abrí el saquito que me había dado el tío Agamenón, cogí una pizca de los polvos de transformación y me los metí en la boca, instantáneamente noté como mi cuerpo cambiaba. me estaba convirtiendo en lo que mas odiaba, nunca, nunca hubiese imaginado que algún día tendria que hacer esto. Como debía ser yo con cuerpo de Dagma, probablemente muy diferente a como era cuando era un ángel. Todo en mi era dulce cuando era ángel, mi ondulada cabellera color miel siempre brillaba. Mis ojos, cual una batalla entre distintos tonos de azul, expresaban seguridad y valor, una bonita nariz y unos labios suaves y carnosos completaban mi rostro. Mi cuerpo era bello, toda yo era bella, y brillaba con el brillo de los ángeles. Mis movimientos, majestuosos, como era normal ya que provenía de sangre real, provocaban en los demás admiración y respeto hacia mi, yo era muy joven y nunca había valorado esto hasta ahora, que nadie me admiraba, nadie me cuidaba, ahora que solo me tenía a mí misma para quererme.